Ya estamos de nuevo vuelta a la carga... El fin de semana ha sido especial como de costumbre. No es que hagamos nada excepcional pero es el único momento en el que podemos pasar los cinco buenos momentos juntos. Si, si... habeís leido bien, somos cinco: mimi, lala, y los tres enanos.
Cada fin de semana supone una prueba para nuestra (ya escasa) paciencia, pero milagrosamente cada finde pasamos la prueba.
Empieza el sábado por la mañana cuando me quedo sóla ante el peligro: lala trabaja!!!!!! horror!!!! y lo que tendría que suponer una mañana de relax se convierte en una contrareloj. Cuando se marcha por la mañana sabe como me deja pero no en el estado que me encontrara a su vuelta.
Pero este sábado me encontro muy bien, extremadamente bien. Estaba en nuestra cama jugando con dos de nuestros peques. Evidentemente una siesta es impensable, pero me conformo con poder estar al menos un poco relajada.
Nos quedamos en casa para poner al día tareas pendientes, porque hacía mucho tiempo que no pillaba un sábado tarde en casa. Eso supondría poder salir al día siguiente sin remordimientos.
Y así fue: El domingo de excursión al zoo!!! donde pasamos un día fantástico, comimos bocatas (incluidos los pequeños) y caminamos un buen rato por el parque. Cuando cayeron los peques rendidos (dormidos) fuimos a comer a un restaurante sencillo pero muy agradable. Y de allí hacia casa de nuevo para ponernos las pilas para la semana que nos espera.
Como veís no es nada extraordinario, pero es el mayor placer del mundo poder compartir tu tiempo con las personas que más quieres.
Cada fin de semana supone una prueba para nuestra (ya escasa) paciencia, pero milagrosamente cada finde pasamos la prueba.
Empieza el sábado por la mañana cuando me quedo sóla ante el peligro: lala trabaja!!!!!! horror!!!! y lo que tendría que suponer una mañana de relax se convierte en una contrareloj. Cuando se marcha por la mañana sabe como me deja pero no en el estado que me encontrara a su vuelta.
Pero este sábado me encontro muy bien, extremadamente bien. Estaba en nuestra cama jugando con dos de nuestros peques. Evidentemente una siesta es impensable, pero me conformo con poder estar al menos un poco relajada.
Nos quedamos en casa para poner al día tareas pendientes, porque hacía mucho tiempo que no pillaba un sábado tarde en casa. Eso supondría poder salir al día siguiente sin remordimientos.
Y así fue: El domingo de excursión al zoo!!! donde pasamos un día fantástico, comimos bocatas (incluidos los pequeños) y caminamos un buen rato por el parque. Cuando cayeron los peques rendidos (dormidos) fuimos a comer a un restaurante sencillo pero muy agradable. Y de allí hacia casa de nuevo para ponernos las pilas para la semana que nos espera.
Como veís no es nada extraordinario, pero es el mayor placer del mundo poder compartir tu tiempo con las personas que más quieres.
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